En su arranque se cerraba con la puerta de la villa, coronada por un pequeño arco tendido entre las dos primeras casas existentes a una y otra mano. Recta y muy pendiente, abocaba perpendicularmente en la calle de San Francisco. Tenía dos casas singulares en el lado derecho: la Casa de Navia o de El Limonar, primera célula fundacional de esta agrupación humana, propiedad de los que serían a no tardar Señores del Palacio de Anleo, y la Torre de las Armas, especie de cuartel general y depósito de los pertrechos guerreros.
En 1932 y pasajeramente se llamó calle de Manuel Azaña.